El Cardenal Luis José Rueda también participó en un encuentro con niños y jóvenes de la vicaría. En ella se exploraron temas de nuestra espiritualidad, recordándonos la importancia de la fe, la inocencia y el amor en nuestras vidas. Uno de los momentos más conmovedores fue cuando se afirmó que cuando un niño habla con Dios, nuestro Creador llora de felicidad. Esta afirmación, cargada de ternura y verdad, nos invita a contemplar la pureza y la sinceridad de la oración infantil como un verdadero regalo para Dios y como un recordatorio de la inocencia que todos llevamos en nuestro interior.
Una experiencia reveladora se vivió durante el encuentro que el Cardenal sostuvo con niños de distintas parroquias de la vicaría de San Pedro. En este encuentro, el Cardenal quedó sorprendido al descubrir que varios niños tenían un profundo conocimiento de los dogmas de la Virgen María. Este hecho no solo resalta la importancia de la educación religiosa desde una edad temprana, sino que también nos recuerda la capacidad de los niños para comprender y valorar los misterios de la fe con una naturalidad y una profundidad que a menudo nos sorprende y conmueve.
El encuentro también enfatizó la importancia de la Virgen María en la vida de los creyentes, especialmente de los más jóvenes. María, como madre espiritual, nos guía y nos acompaña en nuestro camino de fe, y su ejemplo de humildad, obediencia y amor nos inspira a seguir los pasos de su Hijo, Jesucristo. La devoción mariana, expresada a través de la oración, el rosario y otras prácticas piadosas, nos ayuda a fortalecer nuestra relación con Dios y a cultivar una profunda conexión con el misterio de la salvación.