Jesús, el Buen Pastor por excelencia, nos enseñó: “Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas y las mías me conocen a mí, como me conoce el Padre y yo conozco a mi Padre y doy mi vida por las ovejas. También tengo otras ovejas, que no son de este redil; también a ésas las tengo que conducir y escucharán mi voz; y habrá un solo rebaño, un solo pastor. Por eso me ama el Padre, porque doy mi vida, para recobrarla de nuevo.” (Jn. 10, 14-17)
Así fue como los discípulos de Jesús asumieron la responsabilidad asignada de cuidar y multiplicar el redil que había construido en su paso por la vida terrenal, cumpliendo la misión encomendada por el Padre. Cada uno se convirtió en Pastor evangelizador y constructor de la Iglesia cristiana que se propagó por el mundo formando nuevos pastores en los principios de la Fe y el Amor heredados del Maestro.
En consecuencia, el discípulo Pedro después de los años dijo a “los peregrinos en tierra extranjera…, elegidos según la presciencia de Dios Padre para ser santificados por el Espíritu, para obedecer a Jesucristo y ser rociados con su sangre…” en su primera carta: “Apacienten el rebaño de Dios, cada cual en su lugar; cuídenlo no de mala gana, sino con gusto, a la manera de Dios; no piensen en ganancias, sino háganlo con entrega generosa; no actúen como si pudieran disponer de los que están a su cargo, sino más bien traten de ser un modelo para su rebaño.” (1Pe. 1,1-2; 5, 2-3)
El Buen Pastor y el liderazgo de los pastores en el mundo moderno.
En la actualidad, las lecciones de Jesús y sus discípulos siguen vigentes aun cuando el mundo haya cambiado: se globalizó y modernizó. Sin embargo, el rol del Buen Pastor y de los verdaderos cristianos mantiene su esencia. La masificación de la sociedad hace que los jóvenes no quieran sentirse rebaño de nadie, efecto de la tecnología y los medios de comunicación corporativos que los homologa y hegemoniza haciéndoles creer en una libertad e independencia que no existen por la dominación que ejercen sobre ellos.
El reto del nuevo Pastor/líder tiene que ver con estimular la obediencia dentro de la participación y el respeto a la deliberación de las nuevas ovejas, seres nuevos y diferentes a quienes se les debe ayudar a saber qué es lo que piden, en dónde buscar lo que tanto necesitan y a quién llamar para que responda a sus dudas, ansiedades y expectativas que surgen del corazón.
La Iglesia necesita líderes transformadores de la sociedad a través de la evangelización compenetrados con las nuevas generaciones que claman a gritos, como ovejas descarriadas, la orientación de un líder que, como el Buen Pastor, las conozca por su nombre, con sus particulares y en su diferencia.
Ese buen pastor / líder que no abandona a sus jóvenes ante el peligro de las drogas, de los vicios, del existencialismo ramplón, de la amenaza del suicidio; que los acompaña ante el abandono de sus padres y está con ellos ante el bullying que padecen en el colegio o en el barrio. El buen pastor líder se compromete y corre el riesgo, baja a las profundidades de la desolación individual y explora la miseria del barrio y el bajo mundo de la parroquia para atender lo más peligroso de su redil.
El buen pastor / líder no se vende al mejor postor de sus obras, no es un mercenario, no trabaja solo por intereses personales o de los grupos económicos que financian sus intereses arribistas que solo aseguran su vanidad y prestigio. Es sincero, transparente y humilde, es ejemplo para sus seguidores y honra el buen nombre de Jesús.
Por todo lo anterior sus seguidores, como las ovejas del redil, lo reconocerán como su líder, escucharán su voz y sabrán que es Palabra de Dios, tendrán plena confianza en caminar a su lado hacia la dirección indicada por el Señor.
Si entendemos bien a Jesús, ser una de sus ovejas significa tener la posibilidad de realizarnos personalmente en nuestra más auténtica vocación.
Infinitas gracias te doy Pastor de mi alma, paciente y obediente espero la guía de tu cayado para llegar a los pastos seguros de tu corazón. Amén. (Novena al Buen Pastor)