EL ESPÍRITU SANTO FORTALECE LA MISIÓN DE LOS LAICOS
Iniciemos esta primera conversación Entre Laicos contándote que según el portal Catholic.net se estimaba en el siglo XX que en el mundo había 1,285 millones de católicos, de los cuales 415,000 eran sacerdotes, y entre diáconos permanentes, religiosos no sacerdotes y religiosas había poco más de 770,000. O sea que habían más de 1,283 millones de católicos laicos. Esto nos lleva a una reflexión sobre el rol que desempañamos los laicos católicos más allá del compromiso que adquirimos con el bautismo, la comunión y la confirmación, y tiene que ver con la misión que muchos estamos llamados a cumplir desde múltiples ámbitos en nuestras comunidades.
Y te cuento que hoy, en pleno siglo XXI, los laicos católicos se han organizado en muchas y diferentes agrupaciones parroquiales, diocesanas, nacionales e internacionales para desarrollar actividades de formación, comunión y participación, y por supuesto de animación misionera, que superan las estadísticas del siglo pasado.
Recuerda que en nuestra Parroquia hay, entre otros, grupos de Proclamadores de la Palabra, ministros de la comunión, Legión de María, Talleres de Oración y Vida, Pastoral social, Pastoral salud, Emaús mujeres y hombres, Scouts, Pastoral del duelo, Pastoral familiar, Pastoral de la soledad, Relojes vivientes, Éufrates, Intersección, Ecos, COPAE, acólitos y los diferentes grupos de formación, más los grupos de catequistas, Domus, niños de primera comunión y jóvenes de confirmación.
Son oportunidades, puertas abiertas, para que quienes estemos dispuestos a dar tiempo, recursos, sacrificar tiempo de descanso y hasta el de la atención a las propias familias para atender a los demás, y de esta manera, atender al llamado de Dios. Así es como respondemos los laicos a lo que me preguntabas sobre cómo hacer realidad el compromiso con las labores de la Iglesia.
Pero oye esto: “El cristiano anuncia el Evangelio con su testimonio más que con sus palabras.” Te cuento, según dicen, que esta es la ilusión del Papa Francisco, es decir, que cada laico, como cristiano en medio del mundo, participe activamente en la vida política, económica, cultural y busque en su entorno la manera de recristianizar la sociedad desde su propia realidad.
Ahora, déjame recordarte que en la exhortación apostólica post - sinodal CHRISTIFIDELES LAICI de su Santidad Juan Pablo II sobre la vocación y la misión de los laicos en la Iglesia y en el mundo (Capítulo II, Sarmientos todos de la única vid. La participación de los fieles laicos en la vida de la Iglesia-Comunión) dice que “La misión salvífica de la Iglesia en el mundo es llevada a cabo no sólo por los ministros en virtud del sacramento del Orden, sino también por todos los fieles laicos. En efecto, éstos, en virtud de su condición bautismal y de su específica vocación, participan en el oficio sacerdotal, profético y real de Jesucristo, cada uno en su propia medida”.
Y en el mismo texto cita. “Refiriéndose precisamente al apostolado de los laicos, el Concilio Vaticano II escribe: «Para el ejercicio de este apostolado el Espíritu Santo, que obra la santificación del Pueblo de Dios por medio del ministerio y de los sacramentos, otorga también a los fieles dones particulares (cf. 1 Co 12, 7), "distribuyendo a cada uno según quiere" (cf. 1 Co 12, 11), para que "poniendo cada uno la gracia recibida al servicio de los demás", contribuyan también ellos "como buenos dispensadores de la multiforme gracia recibida de Dios" (1 P 4, 10), a la edificación de todo el cuerpo en la caridad (cf. Ef 4,16)». Los dones del Espíritu Santo exigen —según la lógica de la originaria donación de la que proceden— que cuantos los han recibido, los ejerzan para el crecimiento de toda la Iglesia, como lo recuerda el Concilio.”
Precisamente, en estos días que provienen a la celebración de Pentecostés, aproximémonos Entre Laicos a reflexionar sobre ¿cuál es tu misión?
La celebración de Pentecostés para los laicos es un momento muy especial. Recuerda el día en que fue enviado el Espíritu Santo sobre los apóstoles y María que transformó la Iglesia naciente, de una pequeña comunidad cerrada por miedo a los judíos en un pueblo de Dios llamada a anunciar, celebrar y vivificar la vida del mundo.
“Ven Espíritu de Dios. Para vivir, te necesitamos como el agua: desciende una vez más sobre nosotros y enséñanos la unidad, renueva nuestros corazones y enséñanos a amar como tú nos amas, a perdonar como tú nos perdonas”. Papa Francisco en la Santa Misa, en la Solemnidad de Pentecostés, celebrada en la Plaza de San Pedro, (Mayo 2024)
El sueño del que habla el Papa es el de un renovado Pentecostés, no es un sueño nuestro, sino el de Dios para nosotros, para la Iglesia.
Entonces, Entre Laicos, ¿cómo asumimos los dones del Espíritu Santo para enriquecer y cumplir nuestra misión?
Esa misión que aceptamos ¿se ve dignificada, engrandecida, robustecida, después de recibir el aliento del Espíritu Santo en este Pentecostés? ¿Ahora lo hacemos mejor?
Te invito a que reflexionemos sobre la respuesta que desde cada una de las habilidades que nos ha dado Dios, estemos dando a la misión evangelizadora que asumimos como laicos comprometidos. Y demos gracias a Dios por enviarnos el Espíritu Santo para reconocer desde nuestros corazones la individualidad y la diversidad para que en ellos florezca la unidad en la Iglesia.
«Ven Espíritu de Dios, Señor que estás en mi corazón y en el corazón de la Iglesia, tú que conduces a la Iglesia, moldeándola en la diversidad. Para vivir, te necesitamos como el agua: desciende una vez más sobre nosotros y enséñanos la unidad, renueva nuestros corazones y enséñanos a amar como tú nos amas, a perdonar como tú nos perdonas. Amén».